Revisión bibliográfica: Tratamiento conservador de Fracturas de Humero Proximal
Resumen
El tratamiento no quirúrgico de las fracturas del húmero proximal implica un enfoque integral que combina inmovilización inicial, rehabilitación temprana y seguimiento radiológico cercano. La inmovilización inicial se considera crucial para facilitar la cicatrización ósea y minimizar el dolor, especialmente en fracturas desplazadas o que involucran el troquíter. Es particularmente recomendable mantener el hombro en cierta rotación externa para prevenir complicaciones como la mala unión en rotación interna, que podría limitar la recuperación funcional del paciente después de la curación.
El período típico de inmovilización oscila entre 3 a 4 semanas, aunque se reconoce que la inactividad prolongada puede llevar a rigidez y pérdida de función del hombro, especialmente en pacientes mayores. Por lo tanto, se han desarrollado estrategias de movilización temprana que permiten actividades de la vida diaria y ejercicios de fisioterapia desde las primeras semanas post-lesión. Esto incluye ejercicios pendulares de Codman para el rango de movimiento pasivo y progresión hacia ejercicios de elevación pasiva y activa conforme avanza la consolidación ósea.
La rehabilitación se adapta a las necesidades individuales de los pacientes, comenzando con movimientos pasivos y avanzando hacia ejercicios activos asistidos y de fortalecimiento. Se enfatiza la frecuencia y consistencia en los ejercicios diarios para optimizar la recuperación funcional del hombro afectado. Además, se ofrece la opción de sesiones con fisioterapeutas si los pacientes experimentan un dolor inusual o una recuperación insuficiente del movimiento.
El seguimiento radiológico es esencial para evaluar la estabilidad de la fractura y detectar posibles desplazamientos secundarios que podrían cambiar el curso del tratamiento. Las fracturas del cuello quirúrgico, en particular, requieren vigilancia semanal durante las primeras semanas debido a su mayor riesgo de desplazamiento y no unión. Sin embargo, no todas las fracturas mínimamente desplazadas requieren seguimiento radiológico intensivo, y se recomienda una evaluación más espaciada para aquellos pacientes que no muestran signos de complicaciones.
Aunque el tratamiento quirúrgico está reservado para casos selectos con criterios específicos de inestabilidad o compromiso severo de la cabeza humeral, el enfoque conservador sigue siendo una opción eficaz para la mayoría de las fracturas del húmero proximal. Esto se debe a su capacidad para proporcionar resultados satisfactorios, especialmente cuando se combina con una gestión adecuada del dolor, rehabilitación temprana y un seguimiento radiológico cuidadoso.
En resumen, el tratamiento conservador de las fracturas del húmero proximal se centra en la inmovilización inicial adecuada, seguida de una rehabilitación progresiva y supervisada. Este enfoque no solo promueve la cicatrización ósea adecuada y la recuperación funcional del hombro, sino que también minimiza las complicaciones asociadas con la inmovilización prolongada. La decisión de tratamiento debe considerar la estabilidad inicial de la fractura, la edad del paciente y las expectativas funcionales, asegurando así un manejo óptimo y personalizado de cada caso clínico.